lunes, 27 de septiembre de 2010

Laporta y la deriva de la independencia

No hace muchos meses que el Sr. Laporta abandonó la presidencia de un honorable club para orientar sus esfuerzos hacia el plano político, aunque si bien es cierto, sus últimos meses al frente del club ya fueron un anticipo de su salto a la política, utilizando, a mi juicio, indebidamente la imagen de una entidad en beneficio propio para cobrar notoriedad pública, mezclando política y fútbol, un coctel para nada recomendable.

Concluido su mandato futbolero, que por cierto, y a raíz de lo que ha comenzado a salir en prensa, ha dejado no sólo luces en el plano deportivo sino muchas sombras en torno al estado de cuentas reales del club, el Sr. Laporta nos presenta ahora su proyecto político basado en una utopía irreal de una Cataluña independiente, como si este camino “liberatorio” fuese la hoja de ruta que debe conducir al sumun del Estado del Bienestar en nuestra tierra.

Para su agrupación política no es importante que Cataluña registre una tasa de paro tan alta que haga que más de 600.000 catalanes no tengan trabajo. Poco dice de las medidas económicas que habría que aplicar para salir de la crisis, poco importa el problema de inseguridad ciudadana que vivimos o qué podemos hacer con una inmigración que no tiene empleo y que cuya lengua de acogida fue exclusivamente el catalán, limitando ahora que dichos inmigrantes puedan desplazarse geográficamente a otros lugares de España u otros países de habla hispana con mejores perspectivas de futuro. Ahora que no hay trabajo, deberán resignarse y permanecer en Cataluña.

La Cataluña real quiere a unos políticos centrados en generar riqueza y empleo, no quiere a políticos que pretendan jugar con los sentimientos de las personas, creando falsos paraísos terrenales inexistentes. Las utopías han conducido a la historia de la humanidad al fracaso. El ejemplo soviético es un caso claro, así como el régimen cubano, cuya bandera fue fruto de inspiración para la estela independentista catalana, que provoca no sólo el encarcelamiento de los disidentes políticos, sino conduce a la escasez y el empobrecimiento de una sociedad anclada en la utopía revolucionaria de sus dirigentes.

La independencia no hará que el dinero y los recursos broten por si solos. Nada más lejos. Cataluña tiene como mercado natural España de donde las empresas obtienen grandes beneficios generando empleo aquí. Cataluña lidera el número de pensiones recibidas de toda España. Cataluña es España no únicamente como un hecho histórico contrastado, sino si nos remitimos a sus propias gentes. ¿Cuántos López, Pérez, Martínez, Rodríguez, Ortega, Sanz, etc. somos catalanes y cuyo origen etimológico de nuestros apellidos proceden inequívocamente de tierras tan españolas como la propia Cataluña?¿No es paradójico que los que vinieron de otros territorios sean los que quieran liderar el catalanismo separatista en lugar de abogar por la propia integración a la que accedieron probablemente sus propios ascendientes cuando llegaron a Cataluña?

El hecho que el propio presidente (casi en funciones) de la Generalitat haya nacido en Andalucía no hace más que reafirmar esta unión. Pero desde el Partido Popular lo tenemos muy claro: somos catalanes y somos españoles. ¡Por qué es mucho lo que nos une!

domingo, 12 de septiembre de 2010

La Castelldefels real no se lee en la revista El Castell

Muchos son los medios con los que cuenta el gobierno municipal para hacerse propaganda de los supuestos avances de la ciudad, y para vender la imagen del futuro candidato del partido socialista para Castelldefels.

 
Por un lado, la revista El Castell es un exceso de despropósitos. Una publicación que se imprime en un papel muy caro, con demasiadas páginas y un único mensaje, donde la pluralidad se reduce a un pequeño espacio para los partidos de la oposición. Una revista donde impera la prohibición de poner las fotos de los concejales que no forman parte del equipo de gobierno.

En los medios digitales municipales, se reproducen las mismas noticias que en la revista junto a otras procedentes de la página web, con una frecuencia muy alta y sin espacio para la pluralidad. Un claro ejemplo de monopolización de los medios de comunicación públicos que atenta contra las libertades de los ciudadanos a recibir una información independiente y plural.

Radio Castelldefels es otra muestra más de la mordaza comunicativa pública de nuestra ciudad. Los concejales de la oposición no tenemos cabida. No hay entrevistas, reportajes o espacios para expresar y explicar nuestras alternativas o ideas, ni siquiera para plantear una queja ciudadana. Sólo un raquítico debate de una hora al mes donde 7 tertulianos se reparten el escaso tiempo bajo criterios no siempre equitativos.

Si pasamos a la televisión de Castelldefels, nos volvemos a encontrar con la tónica predominante. ¿Ha podido ver en alguna ocasión a alguna persona disidente con el gobierno municipal? Por supuesto que a los concejales de la oposición no se nos da esa oportunidad, ya que el alcalde piensa que si bombardea al ciudadano con mensajes de color de rosa, al final nos vamos a creer que vivimos en un lugar idílico. Y lamentablemente, Castelldefels tiene muchas cosas que se deben mejorar de forma inmediata y que claman al cielo. ¿Por qué los medios de comunicación municipal sólo reproducen inauguraciones, como el caso del Parc de la Corredera, pero no denuncian el mal mantenimiento y las deficiencias que tienen este espacio público?
¿Por qué no se informa que en Castelldefels han vuelto a aumentar el número de personas que desgraciadamente no tienen empleo y que nuestra ciudad no tiene una oficina del Servei Català d’Ocupació, pero si se da publicidad del número de personas que tienen el carnet del Canal Olímpico?

Desde el Partido Popular reclamamos pluralidad e independencia comunicativa. Se debe informar de lo bueno y de lo malo, ya que los medios públicos los pagamos todos los contribuyentes y se deben a su independencia informativa, y no al partido de gobierno que tiene el poder. Los periodistas municipales deberían plantar cara, como lo hacemos los políticos y no aceptar el chantaje al que se ven sometidos, aunque si bien es cierto, que aquellos que alguna vez lo hicieron, luego sufrieron represarías. En visto de estas circunstancias, está claro que el socialismo comunicativo que se practica en Venezuela o en Cuba, no dista en exceso, de lo que aquí, los correligionarios de ideología tratan de practicar.